La resaca de la Diada del pasado 11 de setiembre sigue sacudiendo, tres días después, la arena política catalana y española. Entre los temas a debate, el camino que debe seguir la ANC ‑convocante de la marcha más multitudinaria de la historia de Catalunya‑, en su objetivo de avanzar hacia la independencia, evitando, al mismo tiempo, convertirse en una herramienta fácilmente manipulable por CiU.
¿Comparte la impresión formulada por Lluis Llach cuando dice que estamos ante el inicio de una nueva época?
Sí, es verdad. Es un movimiento que viene de fondo, que interpreta los intereses de la población y que consigue que la gente se identifique con un objetivo político que es la independencia. Después de la Diada, este objetivo ha adquirido todavía más relevancia y ahora se tendrá que resolver políticamente, ponerlo encima de la mesa de las instituciones y estar atentos a sus movimientos. Dicen que ya han empezado a ir hacia la independencia. Nosotros no nos lo creeremos hasta que veamos que dan pasos concretos.
La hoja de ruta de la ANC finaliza en 2014, con las elecciones de las que debería salir una mayoría suficiente para proclamar la independencia. ¿La Diada y el previsible adelante electoral cambian el calendario?
La hoja de ruta se aprobó siendo conscientes todos de que era flexible y que se tiene que ir adaptando. Lo que sí que creo es que el proceso se debe llevar a cabo en el corto-medio plazo. Yo antes situaba el proceso en 10, 12 o 15 años, pero ahora será mucho más rápido.
Al día siguiente de la Diada empezó la lucha por ver quién capitalizaba la manifestación de Barcelona. ¿Qué les parecen estos movimientos y, sobre todo, los de Mas?
Son una señal de que no quieren perder impulso, por eso hablan ya de ir hacia la independencia. Lo que pasa es que la palabra no la dicen nunca. Ahora, no es demasiado de fiar. Ellos estarían de acuerdo con una independencia que pudiesen controlar. Ahora tienen una oportunidad, porque todavía están arriba del todo y no quieren perder el centro del control político, pero estaremos atentos para que no enreden a la gente.
¿Si no dan ese paso del que habla, se arriesgan a perder la centralidad política del país?
Claro, es eso. Lo han captado y la quieren mantener. Pero ahí está también nuestra lucha, en conseguir que los contenidos no dependan de Convergéncia. A ellos lo que les interesa es el modelo que hay ahora, pero eso no podrá ser, porque la gente no lo aceptará, por muy desinformada o despolitizada que esté. Esta ilusión por la independencia viene también porque todo el mundo intuye que la salida debe ser otra cosa, no la que hay ahora en el Estado español.
La ANC ha dejado clara su intención de no convertirse en un partido político. ¿Qué herramientas tiene para impedir ser manipulada por la clase política?
No queda otra que definir su espacio. Elaborar un discurso propio, que en principio ya se ha ido haciendo y no es el mismo que el de Convergència, que todavía no ha construido un discurso independentista. Aunque ya han avanzado algunas cosas, que son preocupantes, como la de que hay que empezar a crear estructuras de Estado. Eso quiere decir que nos tenemos que empezar a preparar porque las estructuras de Estado de un partido como CiU ya sabemos cuáles serán. Hay que tener en cuenta que la mayoría de la Assemblea no es de tendencia convergente, es más de este soberanismo espontáneo, y en el momento de las decisiones nos favorece a nosotros, que llevamos toda la vida en el independentismo. Yo, sin hacer nada de propaganda, salí escogido vicepresidente. Pero bueno, es muy difícil hacer política allí dentro, aunque hay que ir haciéndolo.
Desde de la izquierda, sobre todo de sectores de la Esquerra Independentista, acusan a la ANC de falta de discurso más allá de la independencia. ¿Para cuándo un debate sobre el modelo de Estado que se quiere lograr?
Bueno, eso está previsto desde el comienzo y el debate está en marcha, con una comisión que trata el tema. Dentro de la hoja de ruta, se ha previsto también elaborar unas bases constitucionales. A nivel práctico hay unos debates muy intensos, porque hay todo un sector que cree que la Assemblea se tiene que posicionar de manera regular junto a las movilizaciones populares y otro que no quiere que se diga nada más aparte de la independencia. Es una lucha constante.
¿Esta transversalidad hace perder discurso político?
Sí, está claro. Pero la gente también ve que hay que ir posicionándose y creo que lo hará hacia posiciones de centroizquier- da. Pero es que la Assemblea tampoco lo tiene que hacer todo, va abriendo camino pero llega hasta donde llega, no es un frente político ni un partido político. Los dos ejes claros son la independencia y la otra, que tiene mucha cuerda, la radicalización democrática.
¿Hay una renuncia a la territorialidad de los Països Catalans?
No. La formulación que hay es que la nación catalana son los Països Catalans. Pero se basa también en el hecho de que los procesos no son los mismos en todos los sitios. Lo que hay que hacer es articularlo, aunque haya quien no hará nada por hacerlo. Lo que sí hay que respetar es el tiempo que necesitan, por ejemplo en el País Valencià y las Illes, para hacer trabajo de masas.
Usted es militante histórico de la Esquerra Independentista, ¿Cuál cree que debe ser el papel de la EI en este proceso y qué debe hacer para cumplirlo?
Lo primero que tiene que hacer es organizarse en un organismo político de masas. Yo soy también del MDT y defendemos que esta organización de masas debe ser la CUP, pero tenemos muchas dificultades para hacerlo. La gente se mueve más por simbolismos que por hechos políticos.
Para acabar, aunque el camino sea todavía muy largo, ayer se empezó abrir una puerta hacia la independencia de Catalunya. ¿Cuáles son las claves para mantener esa puerta abierta y conseguir cruzarla?
Yo creo que el problema, y es mi opinión personal, no es tanto si conseguiremos la independencia o no, que sí que la conseguiremos, sino si la independencia la declarará Convergència o la declarará la izquierda. Tal cual están las cosas ahora, lo hará Convergència. Si la Esquerra Independentista no se espabila, no tendremos un Estado como el de ahora, porque la gente presionará para que cambie, pero costará mucho tener un Estado para avanzar hacia el socialismo. En cambio, si fuesen más protagonistas, podrían intervenir más.
[Aquesta entrevista es publicà originalment a Boltxe]